La teoría de Howard Gardner afirma que existen ocho
inteligencias y cada persona destaca en varias de ellas.
Las
inteligencias implican unas habilidades, destrezas, fortalezas, debilidades,
estilo de aprendizaje y una forma de entender y percibir el mundo diferente para
cada una de ellas. Por eso, uno de los aspectos esenciales que los
docentes debemos incluir en nuestras programaciones es la gestión y análisis de
las diferentes inteligencias del alumnado y como éstas influyen de manera determinante
en la consecución de los objetivos marcados en el curso.
No podemos
hablar de ‘inteligencia’ como concepto único. Hablamos de inteligencias, de
diferentes inteligencias, de fortalezas en las que destacan nuestro alumnado.
Es cierto que
afecta de distinta manera en los diferentes niveles educativos. En mi caso
particular (Formación Profesional) los objetivos vienen marcados por los resultados de
aprendizaje. Es decir, conseguimos los objetivos en el momento en que el
alumnado aprenda a realizar unas competencias profesionales relacionadas con
cada uno de los perfiles profesionales de cada título. Dicho de otro modo: que
el alumnado aprenda a realizar las tareas implícitas del oficio que está
aprendiendo.
¿Cómo pueden influir las diferentes inteligencias en la
consecución de los objetivos del curso?
En el caso de la Formación Profesional no existe adaptación
curricular significativa. La adaptación curricular vendrá marcada con la
consecución de los resultados de aprendizaje requeridos por cada oficio (los
mencionados anteriormente).
Por tanto, en Formación Profesional no podremos adaptar los resultados
de aprendizaje a los diferentes perfiles de alumnos en función de las
diferentes inteligencias existentes en el aula. Pero lo que sí debemos realizar
es una adaptación o personalización en la metodología utilizada para alcanzar
esos objetivos o resultados de aprendizaje.
Básicamente, el docente detectará las diferentes inteligencias
de sus alumnos y buscará el camino más adecuado que todos y cada uno de sus
alumnos consigan esas destrezas. El docente se apoyará y utilizará las
herramientas propicias para facilitar el aprendizaje de cada alumno. En
definitiva, hablamos de la personalización
del proceso de aprendizaje en función de las diferentes inteligencias del
alumnado.
El proceso no es sencillo, requiere mucho trabajo previo de
planificación y programación. Además exige detectar de manera acertada cada uno
de estos perfiles o inteligencias de cada alumno. Como he comentado, las
inteligencias son múltiples, por lo que los perfiles son variados. Pero lo que
cabe duda es que el resultado será reconfortante: mayor motivación, mayor
implicación, menos absentismo, mejores calificaciones…
Una buena herramienta para determinar las inteligencias de
tus alumnos, es este sencillo test. Te ayudará a determinar los perfiles del
grupo:
Por otro lado, no es solo responsabilidad del docente el
poder aplicar en el aula sistemas que den respuestas a las diferentes
inteligencias. Se trata de un concepto estructural que afecta a toda la
comunidad educativa. Aspectos como la concepción del aula, recursos
disponibles, carga lectiva o ratio por aula son esenciales a la hora de poder
aplicar un sistema de educación más personalizado.
No se trata solo de pensar
en las bondades de un sistema de educación más personalizado, sino en hacer, realizar y trabajar (cada uno en
su parcela) por un sistema de educación más personalizado. Siendo la pieza
clave el docente, que será el elemento esencial que decida romper con un
sistema educativo tradicional basado en el conocimiento y memorización de
conceptos. Olvidándose en muchos casos de generar experiencias positivas en el
alumnado que motiven a la consecución de los objetivos, no solo del curso, sino
también que asiente las bases para seguir formándose en niveles superiores,
contribuyendo así a reducir el abandono prematuro de los estudios.
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